En la lecturas de las laudes de hoy, solemnidad de la Ascensión del Señor, me ha impactado el himno "Contigo sube el mundo cuando subes". Especialmente la tercera estrofa:
Cuanto el amor humano sueña y quiere,
en tu pecho, en tu médula, en tus llagas,
vivo está, ¡oh Jesús glorificado!
El fin, la meta de nuestra vida no es algo abstracto o frío, sino el cuerpo llagado y glorioso de Cristo Resucitado.
A él miramos con fe, esperanza y, especialmente, con todo el amor de nuestra alma.
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