Encima se me bajó la llanta de la moto cuando tenía que trasladarme de una capilla a otra.
Pero siempre me recordaré que es así que necesitamos el Espíritu, sin el cual no podemos hacer nada.
Especialmente el hecho de poder realizar las confirmaciones de los adultos me ha permitido experimentar y sentir lo importante de su presencia en la vida de las personas, como la joven Karina, discapacitada grave, que la recibió en su silla de rueda.
1 comentario:
Pienso: ¿Qué poder es el que les infunde el Espíritu Santo a los Sacerdotes?
¿Qué puede ser más frágil que un corazón humano que se conduela del dolor ajeno?
¿Qué puede ser más sensible que un corazón que en los susurros de agradecimiento del prójimo socorrido, encuentra una respuesta de Dios y una razón de vivir?
Me imagino que en ese poder dado por el Espíritu Santo existen esencias propias del incansable ahínco para laborar que tienen las hormigas, el tesón de búsqueda de las abejas, la agilidad de los leopardos para escalar montañas tan frías como adversas ; me imagino el don de la fuerza y el valor de los leones para afrontar no solo las adversidades y confrontaciones con los poderes de este mundo sino también con la vorágine personal de la naturaleza humana.
Sin duda, los sacerdotes son súper-hombres y no por méritos propios sino por obra y gracia del Espíritu Santo.
Pero, sin duda que tienen un mérito personal al disponer su alma, mente y corazón a Dios y gustar del don celestial del Espíritu Santo.
Y ahí van por el mundo estos sacerdotes de acero inoxidable, blandiendo las poderosas armas adquiridas por el Espíritu Santo en defensa de los pobres, enfermos y explotados de este mundo, llevando en sus corazones de frágil cristal, el inconmensurable amor de Cristo.
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