En el Evangelio de Mateo podemos individuar el deseo profundo del corazón de Jesús, su preocupación más importante: la calidad fraterna de las relaciones entre sus discípulos, dentro de la iglesia. “…todos ustedes son hermanos” (v. 8). Y el estilo de las relaciones entre hermanos es que “el más grande entre ustedes se hará el servidor de todos” (v. 11) en la humildad (v. 12).
Las autoridades, en la iglesia, tienen que ser a servicio de la fraternidad, constructores de fraternidad. Por eso tienen que cumplir lo que dicen (v. 3); se carguen ellos primeros de las dificultades, los trabajos y las responsabilidades que proponen a los miembros de la comunidad (v. 4); no busquen gloria, honores y no sean figuretes (v. 5-6); cuando enseñan se acuerden que Jesús y su Espíritu son los verdaderos maestros interiores (v. v.8); cuando ejercen la potestad sobre grupos y comunidades no se olviden que ellos mismos son discípulos, hijos de Dios el único verdadero Padre (v. 9); cuando dan consejos o se hacen guías espirituales, sepan que solo Jesucristo va trazando el camino para todos (v. 10).
Pablo se presenta como una verdadera autoridad cristiana en su comunidad de Tesalónica. Se presenta como madre disponible a entregar su vida para sus hijos (la liturgia, lamentablemente, omite los vv. 11 y 12 donde Pablo se presenta también como padre: “A cada uno lo seguimos como un padre a su hijo; 12 los animábamos y los urgíamos a que llevasen una vida digna del Dios que los ha llamado a su propio Reino y gloria”). Recuerda sus esfuerzos y fatigas (v. 9).
La Palabra para nosotros
Las autoridades, en la iglesia, tienen que ser a servicio de la fraternidad, constructores de fraternidad. Por eso tienen que cumplir lo que dicen (v. 3); se carguen ellos primeros de las dificultades, los trabajos y las responsabilidades que proponen a los miembros de la comunidad (v. 4); no busquen gloria, honores y no sean figuretes (v. 5-6); cuando enseñan se acuerden que Jesús y su Espíritu son los verdaderos maestros interiores (v. v.8); cuando ejercen la potestad sobre grupos y comunidades no se olviden que ellos mismos son discípulos, hijos de Dios el único verdadero Padre (v. 9); cuando dan consejos o se hacen guías espirituales, sepan que solo Jesucristo va trazando el camino para todos (v. 10).
Pablo se presenta como una verdadera autoridad cristiana en su comunidad de Tesalónica. Se presenta como madre disponible a entregar su vida para sus hijos (la liturgia, lamentablemente, omite los vv. 11 y 12 donde Pablo se presenta también como padre: “A cada uno lo seguimos como un padre a su hijo; 12 los animábamos y los urgíamos a que llevasen una vida digna del Dios que los ha llamado a su propio Reino y gloria”). Recuerda sus esfuerzos y fatigas (v. 9).
La Palabra para nosotros
- Una parroquia o un grupo, para ser misionero, tiene que ser una verdadera fraternidad, una hermandad, un grupo de hermanos y hermanas. Y una de las condiciones es que sus guías (sacerdotes, religiosos/as, catequistas, celebradores, miembros del Consejo Pastoral) se pongan a servicio de la fraternidad, sean constructores de fraternidad. Las autoridades en la Iglesia tienen que vivir las mismas actitudes descritas en el Evangelio y en el ejemplo de vida de San Pablo: tienen que ser los primeros a trabajar duro, sin buscar honores y gloria, no como “funcionarios” con horarios de trabajo sino como padres y madres que no tienen horarios para servir a sus hijos.
- Los textos bíblicos que polemizan en contra de los sacerdotes del templo (1ª lectura) y de los escribas y fariseos (3ª lectura), denuncian su incoherencia. La santidad se puede expresar como coherencia entre el mensaje del Evangelio y el ejemplo de vida de los discípulos de Jesús, a partir de las autoridades. Los santos que celebramos este 1º de noviembre son un ejemplo luminoso de coherencia cristiana.
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