lunes, 27 de septiembre de 2010

La historia de la Biblia: una biblioteca de libros

¿De dónde vienen los 46 libros del antiguo testamento y los 27 del nuevo?
¿Cómo han llegado a nosotros las 800.000 mil palabras de la Biblia hebrea y las 140.000 palabras griegas del nuevo testamento?
¿De verdad en la Sagrada escritura encontramos “Palabras de Dios”?
Esto fue el pensamiento y la creencia de todos los cristianos de generación en generación.
Actualmente hay quien pone en discusión esta certeza.
Hay teorías promulgadas sobre todos por sectas evangélicas, grupos de poder hebraicos y novelas descarriadas como el Código da Vinci que ligeramente acusan a la Iglesia Católica de haber modificado el texto de las escrituras y haber ocultado su verdadero significado.
Según ellos entonces seríamos unos mentirosos, por eso tratamos de hacer claridad.

En su primera etapa tanto el antiguo como el nuevo testamento fueron anunciados verbalmente.
Acto seguido se empezaron a pasar por escrito, a lo largo de un proceso de varios siglos se formó la biblia hebrea, y en el lapso de un siglo a partir de la muerte de Cristo, tenemos el Nuevo Testamento terminado.

La Biblia completa más antigua del mundo que ha llegado hasta nosotros es el “Código Vaticano”, conservado en la Biblioteca Vaticana. Es del IV siglo después de Cristo. Probablemente fue un don del Papa para el Emperador Constantino. Hay que mencionar que los cristianos solo tuvieron la oportunidad de practicar libremente su religión a partir de esa época.
Las biblias hebreas estaban escritas especialmente en rollos de papiro, pero en la época del Nuevo Testamento ya se había desarrollado una nueva técnica: los códigos de pergamino (piel de oveja secada). Ambos tenían un costo elevado y necesitaba un montón de tiempo para copiar manualmente un solo libro.
A pesar de esto tenemos cientos de papiros y códigos entre el primero y el cuarto siglo con algún libro bíblico o parte de ello. Sin duda para los creyentes era algo muy importante tener acceso a la Sagrada Escritura.

En los siglos siguientes, la iglesia católica se fue identificando con el idioma latín, hablado en Roma y en todo el imperio occidental. La más importante traducción latina de la Biblia, obra de san Jerónimo, se llamó “Vulgata”, o sea “difundida”.
En un periodo histórico difícil, durante la destrucción del imperio romano por causa de invasiones bárbaras, se desarrolla la civilización de los monasterios, verdaderos oasis de silencio, oración y labor. Una de las labores culturalmente más destacada de los grande centros monásticos fue la reproducción palabra por palabra, letra por letra de los grandes libros de la antigüedad. Entre ellos tuvo un realce principal la Biblia, el libro más conocido y difundido de toda la historia de la humanidad.

La Biblia fue también el primer libro impreso a máquina en el siglo XV, por obra del empresario alemán Gutenberg. Ella constaba de 1280 páginas con dos columnas por página y 42 líneas en cada una de ellas.
Sobre su contenido, se trata de una versión latina y, para su impresión, fue preciso fundir casi cinco millones de tipos, editándose 120 ejemplares en papel y 20 en pergamino, de los que se conservan unos 45. Las ilustraciones de cada ejemplar de esta Biblia fueron pintadas a mano y los tomos se embellecieron cada uno de forma diferente.

Cabe mencionar que hasta este entonces solamente habían dos grandes ramas de la Iglesia: la occidental, de habla latina y la oriental u ortodoxa, en mayoría de habla griega. Son los evangélicos que todavía no existían, ya que la reforma protestante empezó por obra de Martín Lutero en el Siglo siguiente. De su obra empezarán a existir varias iglesias Protestantes o Evangélicas, y numerosas sectas de matiz cristiano. Todos ellos si pueden leer la Biblia lo deben a la labor incansable de miles de amanuenses cristianos católicos a lo largo de mil quinientos años.

En la época moderna, especialmente a partir del siglo XIX se aplicaron a la Biblia diferentes disciplinas que trataron de estudiar profundizadamente los textos bíblicos desde un punto de vista científico, entre ellas la exegesis histórico-crítica que ha permitido determinar fechas, fuentes, redacciones y géneros literarios de las diferentes páginas y libros bíblicos.

En conclusión: si los grupos evangélicos leen y pueden creer en la Biblia, deben agradecer a los católicos; en cambio las varias sectas como los Testigos de Jehová, que tienen a lo mucho cien años de existencia son los que han manoseado los textos a su antojo, proponiendo traducciones discutibles y sobre todo negando todos los resultados de la crítica moderna. En sus folletos por ejemplo insisten que Moisés escribió personalmente todos los primeros 5 libros de la Biblia (Torah o Pentateuco), ¡sin darse cuenta que un autor no puede relatar su muerte! Para no hablar de los Mormones que han agregado a la Biblia los libros de su fundador y le dan más realce que a las mismas Sagradas Escrituras.

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